El detalle

A la hora de referirnos a ciertos términos como "detalle" entramos en un ámbito difícil. Muchas definiciones están corrompidas por otras vertientes o intereses (como sostenibilidad) o simplemente son tan amplias o están socialmente tan acotadas que resulta complejo comunicar a través de estos conceptos, algunos en mi opinión, determinantes en arquitectura.

El detalle es una declaración de intenciones llevada al acto, son aspectos que le confieren la autenticidad al proyecto, el afecto al uso y el amor hacia un espacio que, sin saber muy bien por qué, tiene algo.

Históricamente  siempre se ha atendido al detalle, y es que las decoraciones más ricas o los acabados más perfectos han buscado el disfrute y admiración de un determinado espacio.
No obstante, la cultura moderna de la complejidad a través de la sencillez ha ido cambiando el detalle hasta conferir al arquitecto toda la responsabilidad de éste pidiendo recurrir de forma casi nula al trabajo de artesanía, de modo que de nuestra intención de generar sensaciones depende el proyecto.
Y ahí tenemos las formas de entender el cariño hacia el proyecto, esas pequeñas cosas que enamoran como las líneas de luz en los materiales de Tadao Ando y el cuidado situando los puntos de encofrado, un elemento casi accidental, que se convierte en un ritmo marcando de forma silenciosa toda la obra; la morfología sorpresiva de Miralles; el cuidado referencial en el entorno de Mansilla y Tuñon; y millones de observaciones, atenciones pormenorizadas que prevén qué se ve desde una ventana, qué sientes al tocar algo, el negativo de un encofrado o un simple movimiento que cambie totalmente la diagonal de vistas.

No obstante, siempre hay que entender que esto es subjetivo, y es normal que no produzca las mismas sensaciones en todos, aunque por otra parte hay que evitar la crítica indiscriminada muchas veces hacia proyectos aparentemente sobrios pero que, en mi opinión, su aparente "simplicidad" (nada más lejos) es el resultado de una potencia de conjunto.
Podemos hacer fácilmente una lectura de proyectos arquitectónicos que insinúan un estilema del autor de asepsia formal, me refiero con esto, por ejemplo, a las famosas amadas-odiadas "cajas" que sugieren un rechazo al "raumplan" que entendía Loos. Pero si hacemos una lectura de detalle, la forma final podríamos decir que es un umbral, un contenedor de miles de detalles que estas cajas contienen por dentro y por fuera.
Ejemplos de ello son la "Caja de Granada" de Baeza cuya genialidad a mi parecer, nace del rechazo de adición y el entendimiento de la fachada no como expositor sino como lienzo donde la luz en armonía con el material dan forma a lo construido; o bien el el "Kursaal" de Moneo, donde el objeto se deja ver estereotómico hasta que en la noche revela su piel liviana que es continente de una promenade de espacios que deciden no formar diálogo abierto con el exterior y sólo se dejan ver, como tras un biombo y casi de forma sexual por las transparencias de la noche.

Me refiero por tanto a que el detalle como tal es infinito y muchas veces subjetivo, abierto a interpretación y como no, debate. El cuidado no implica el éxito o la aceptación como hemos visto, pero como me decía un buen arquitecto hace unos meses "el proyecto al final te sorprende".

Luz y materia en el "Teatro Romano de Cartagena- Rafael Moneo"

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