La halita, roca formada por la cristalización de la sal, es un evento geológico en sí mismo, un fotograma del tiempo reflejado en el espacio, porque cristalizar es velocidad, es flujo...transición de estados de la materia. Y en verdad el espacio son secuencias, y nuestras percepciones fotos de su esencia. Concurrimos a distintas velocidades porque recurrimos a distintos actos, el espacio no se adapta sino que recoge lo que somos cuando lo usamos, lo paseamos, lo traspasamos, recorremos, vagamos y vagabundeamos. Un potenciador de deambulación, como los denomina Francesco Careri en "Walkscapes", un generador de estar, un soporte de creencias, un motor de vivencias. La sal es por tanto un fluido sólido, una maqueta geológica de la arquitectura que representa las velocidades que condicionan el espacio. Un efecto Venturi que se modifica con la aceleración, dando lugar a espacios radicalmente diferentes a los que darían un proceso largo y pausado, casi sin necesidad
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