Centro de celebraciones en las Salinas de San Pedro del Pinatar

La halita, roca formada por la cristalización de la sal, es un evento geológico en sí mismo, un fotograma del tiempo reflejado en el espacio, porque cristalizar es velocidad, es flujo...transición de estados de la materia.


Y en verdad el espacio son secuencias, y nuestras percepciones fotos de su esencia. Concurrimos a distintas velocidades porque recurrimos a distintos actos, el espacio no se adapta sino que recoge lo que somos cuando lo usamos, lo paseamos, lo traspasamos, recorremos, vagamos y vagabundeamos. Un potenciador de deambulación, como los denomina Francesco Careri en "Walkscapes", un generador de estar, un soporte de creencias, un motor de  vivencias.


La sal es por tanto un fluido sólido, una maqueta geológica de la arquitectura que representa las velocidades que condicionan el espacio.
Un efecto Venturi que se modifica con la aceleración, dando lugar a espacios radicalmente diferentes a los que darían un proceso largo y pausado, casi sin necesidad de producir un final, prolongables en el tiempo y en el espacio. 


Cristalización lenta es hablar de un no lugar para perderse sin identidad como los denomina Marc Auge, o con una identidad propiamente universal mejor dicho, un espacio donde todo debe ser continente y el contenido ha de poder ser genérico, no condicionado, libre y ante todo, atemporal.
Cristalización rápida es hablar del sitio, del momento, del acto, es centrar la escena en la acción, el proceso y aguantar la respiración.


Cristalización lenta es andar; cristalización rápida es llegar; cristalización lenta es mirar; cristalización rápida es contemplar.


Las velocidades son el elemento subjetivo que imprima el espacio del tiempo...los momentos.


























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